Los sabores más exquisitos de Nueva Helvecia en la capital

Agustín Battellini y Fernando Costabel en la puerta de la tienda La Vigna en Montevideo

A Agustín Battellini y a Lucila los conocí el noviembre de hace tres años. Yo estaba haciendo algunas entrevistas a productores artesanales de Colonia para colaborar en un artículo académico escrito a varias bandas que unos meses después se publicó en una revista chilena arbitrada. Jamás olvidaré aquel día. Una de mis mejores amigas estaba transitando sus últimas horas de vida en CTI en la última etapa de esa enfermedad tan persistente, incisiva y demoledora que a veces llega para instalarse. Yo, con mi acentazo y ese tenor alegre y disfrutón que me atraviesa contra viento y marea, les recordé a su gran amigo Rafa, que al igual que Laura, se fue demasiado pronto. Pasamos hermoso, charlamos de lo lindo y se generó ese entendimiento y complicidad a primera vista que se da cuando las almas se encaminan hacia las mismas praderas. Conocerles fue una caricia en un día duro. Por aquel entonces Agustín estaba escribiendo junto a Alejandro Sequeira «La Vigna Láctea. Arquitectura del queso», una joya que atesoro entre los libros que duermen bajo este techo.

Antes de aquel encuentro en La Vigna Ecolifestyle, había probado con gran placer algunos de los quesos de Agustín. Aquella visita, aquella charla y aquella degustación sellaron, aun con mas ahínco, mi confianza en esa familia y en esos quesos. Unos años después fue una excelente noticia saber que estrechaban distancias abriendo tienda propia en Montevideo. Hace pocos días, Lucila me llamó para comentarme que había novedades, y allá fui a hincarle el diente a todo lo nuevo.

Agustín Battellini en La Vigna Ecolifestyle en Nueva Helvecia

Más allá del despliegue quesero –que es todo lo que está muy pero que muy bien y quieres tener en tu heladera en materia láctea– se integró un nuevo aliado al proyecto con productos para lamerse los dedos después de darle con amor y entusiasmo a esa triada infalible que reúne vino, pan y queso. Un contraste soberbio entre estilos y productos y un tránsito maravillosamente insospechado del grunge silvestre con pinceladas chic de los quesos de Agustín al italiano impoluto de un chocolate creativo, depurado y extraordinariamente refinado. Es aquí que entra en escena Fernando Costabel, artífice de la materia dulce, incorporando su marca Extrablatt de chocolates artesanales elaborados con mimo, savoir faire y criterio. Hijo de fundadores de Nueva Helvecia afianzó su marca a base de empeño, esfuerzo y persistencia. Con alguna que otra historia para no dormir que integra en su conjunto a un sacerdote italiano, una botella de agua bendita y un santiguado en toda regla, el proyecto salió adelante, me tienta escribir que «dios mediante». Con reciente alunizaje en Montevideo a través de esta sinergia que implica compartir espacio capitalino con La Vigna, el desembarco de delicias chocolateras no deja indiferente a ningún paladar ávido en la búsqueda del bien. Rellenos como jengibre, cardamomo y lima; cerezas al marrasquino; crema de batata, canela y vainilla o mousse de chocolate, ron y especias, son solo algunos de los ejemplos del portafolio de piezas de bombonería elaborada con chocolates puros en distintas proporciones de cacao de total trazabilidad. En paladar, permitidme la licencia: un despelote literal. Al amplio abanico de bombones se suman turrones, tabletas, piruletas, esculturas mini y una nueva línea de helados artesanales bajo el sello Puppe. Otro camino de ida que querrás, créeme, transitar.

Nunca le conté a Agustín y a Lucila la emoción que sentí al abrir por vez primera el libro que el querido Ale Sequeira atinó a acercarme una vez publicado, tiempo ha. Fue inevitable y orgánico recordar, una vez más, a Laura, mientras leía el precioso y conmovedor texto de apertura, dedicado con desparpajo y ternura, a la memoria de mi paisano, Rafa.